domingo, 12 de junio de 2011

Reflexión del 15-M


Cuando queremos pronunciar la palabra “final” nos damos cuenta de que hemos vuelto al principio.


Algo así decía Saramago en su novela “La balsa de piedra”. Esta novela cuenta una curiosa historia: de pronto hay un inmenso crujido en los Pirineos y la península Ibérica se desprende de Europa para convertirse en una isla. A partir de ahí va vagando por el océano sin rumbo o destino conocido y, ¿saben lo mejor de todo? Los protagonistas ibéricos de la novela no lo llevan tan mal... ¡de hecho logran solucionar muchos de sus problemas!


Ahora recuerdo esta novela, escrita hace unos cuantos años, y percibo la capacidad visionaria de este escritor portugués. Al ver la situación de crisis en que nos encontramos, la amenaza europea de sacarnos del club de los “más ricos”, junto con Irlanda, Portugal, Grecia... la gente en la calle protestando en la puerta del Sol y demás plazas de todas las ciudades españolas. No sé si es mi impresión pero me da que España -como estado, pueblo, ente nacional, masa, o como coño quieran verlo- que últimamente no tenía otra obsesión que parecerse a la gran y próspera metrópoli europea, ahora está reivindicando de nuevo su espíritu provinciano y mediterráneo.


Yo he estado unos cuantos días en la Puerta del Sol, pululando por ahí. No puedo decir que haya estado trabajando por lo que llaman “Revolución”; simplemente he sido un observador, un simpatizante, un curioso. Los que me hayan visto en fotos que no se piensen que estoy comprometido con la política y todos esos rollos, porque se estarían engañando. La gente que verdaderamente está trabajando ahí no ha salido en ninguna foto (no tenían tiempo para posar). El caso es que en todo este tiempo no me había pronunciado a este respecto. Bastante gente me había pedido mi opinión acerca de la acampada y ahora, no sé si voy a darla, pero voy a hablar de ello.


La #acampadasol me ha parecido de puta madre. Un ejercicio de libertad en todos sus ámbitos, una explosión de creatividad y más tarde una megaexplosión de basura que salpicaba en todas direcciones, una pequeña burbuja de anarquía en el estómago del imperio, un grano en el culo del capitalismo. Como pasa siempre, los mismos que crearon el desorden quisieron ordenarlo y ahí empezaron los problemas. De pronto surgió la pregunta: ¿está el ser humano preparado para ser libre? Entonces los “revolucionarios” empezaron a crear leyes, cláusulas y reglas para gobernarse a sí mismos de la manera más libertaria y políticamente correcta posible. Los de seguridad se llamaban “Respeto” y los ladrones, “amigos de lo ajeno”; intentaban eludir la discriminación lingüistica en las asambleas recreando la censura... empezaron a aparecer comisiones, y después otras comisiones que se escindían de las primeras y todo se convirtió en un espectáculo de propuestas disparatadas para la revolución; de pronto se convirtió en la revolución de los vanidosos. ¿por qué? Porque la misma gente que gritaba “¡Televisión, manipulación!” a día siguiente hablaba con la prensa, se dejaba entrevistar y fotografíar como si nada. Yo, en mi caso, me la suda que me hagan fotos o me graben, ya le he regalado mi imagen a google, myspace y facebook, ¿qué cojones importa que El País también la tenga? El caso es que la llamo revolucion de las vanidosos porque han surgido tropecientas mil personas (artistas, músicos, poetas, masajistas, psicólogos, conspiracionistas, gurús, payasos) que no pensaban más que en su arte y se creían que haciendo canciones o pintando cartulinas o haciendo performance iban a cambiar el mundo, lo hacían pensando que el mundo les iba a recordar, que iba a recordar la Spanish Revolution. Gente por ahí me llegaba y me decía “el mundo está pendiente de nosotros”...

Lamento decir que el mundo no está pendiente de nosotros: para echarnos piropos están nuestras abuelas. Queda mucho trabajo por hacer, sobre todo a nivel interior. Dejemos de proclamar y seamos consecuentes con lo que somos. Sigamos, cada uno por su camino y todos por el mismo. Llevémonos bien: respetémonos, ésta es una lucha de individuos (¿o es que hay algún comunista por ahí?).


Ahora que se va a desmontar la acampada muchos van a llorar porque se han hecho una casa y una familia ahí, amigos que nunca olvidarán, momentos que quedarán grabados en su memoria para siempre... pero se supone que este movimiento no termina ahora. Los que verdaderamente quieren luchar saben que sólo es el principio de un largo camino, que lo duro está por venir... yo, personalmente, no quiero hacer política: solamente soy un cuentista. Sin embargo, mando todo mi ánimo y todo mi apoyo a esta gente, y cuando haya que salir a la calle a cagarse en la puta, allí estaré.


Salud y Rumba.


1 comentario:

glopika dijo...

nos vemos en los barrios