miércoles, 12 de mayo de 2010

Fracaso

El fracaso no es más que una toma de contacto con la realidad. Caemos para volver a levantarnos; cada golpe nos vuelve más duros, más insensibles, más agrios. Cada golpe va minando nuestra esperanza como la lluvia y el paso del tiempo van moldeando una montaña.

Pronto seremos invulnerables: nuestras almas estarán esterilizadas, nuestros espíritus se habrán volatilizado y sólo quedará de nosotros la estampa de hombres convencionalmente maduros, preparados para alimentarnos de nuestros propios excrementos. Estaremos dispuestos a acatar las leyes de la divinidad (llamémoslo ley, moral, sociedad, estado) sin rechistar, sin dudar, sin rebelarnos.

Pero, ¿dónde se bifurcan los caminos?

¿Cómo escapar de la senda que nos lleva inevitablemente hacia la mansedumbre?

¿Hay que huir de la realidad, renegar de ella?

¿O hay que aceptar el fracaso como una más entre la infinidad de realidades posibles, un estado momentáneo que debemos superar para hacernos más fuertes?

Tú creas tu realidad: eres el artífice de tu propio infierno y esclavo de tus deseos, pero eso puede cambiar.

(Este texto es de autoayuda. Eso quiere decir que está escrito para ayudarme exclusivamente a mí. No me se me confunda con un gurú, no pretendo guiar a nadie ni nada por el estilo: por mí como si os vais todos al infierno, sobre todo TÚ. Si lo publico es mayoritariamente por vanidad y, para que voy a negarlo, por si alguna hembra inteligente se siente tocada por mi entrañable pedantería. Dicho esto me gustaría añadir que he decidido posponer mi suicidio hasta que se me ocurra algo ingenioso con lo que quitarme la vida. Con un poco de suerte la sequía de ideas puede durar hasta que un cáncer intestinal me roa las entrañas, ahorrándome así el arduo trabajo creativo. Mientras tanto, como decía Sartre, "padezcamos con ritmo".)

1 comentario:

Marilu Olivan dijo...

Dios mío...
Tienes razón pero vigílate esa vinagre que no vas a tener la suerte de volverte insensible.
Salu2
Mel