jueves, 13 de septiembre de 2012

No hay mal que por bien no venga



Mi hermano está continuamente
discutiendo con su novia.
Se le puede oír gritando por el teléfono,
en la cocina,
en su habitación.
Muchos días me despiertan los gritos
de una discusión absurda
¡Ayer te bebiste tres copas y yo dos!
¡Pero yo pagué el taxi!
¡Estás tonteando con mis amigas!
¡Mira como has dejado mi cuarto, como una patera!
Así dejan pasar el tiempo
cercenando sus espítirus
malgastando su saliva de forma inocua.
Me los imagino dentro de veinte años,
más viejos y más podridos,
mi hermano con una barriga cervecera
y ella con los dientes carcomidos y la piel amarillenta,
los dos sentados frente a la televisión
discutiendo
por cualquier gilipollez que se presente al caso,
con un montón de hijos correteando por ahí
gritando como energúmenos
y un montón de facturas entrando como cohetes
por el buzón...

¡Dios mío,
cuánto me alegro
de que mi novia me haya dejado!

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