El concierto del 12 de octubre en el Café André Breton fue uno de esos en los que se respira una atmósfera apta que para que se dé lo que se llama una gran noche como la que fue. Pude contar con la colaboración de la cantante mexicana Lüla Reyna (sin ella nada habría sido posible), del guitarrista Rudy Chávez, líder de la banda Maraventho y amante de la rumba catalana al más puro estilo Gypsy Kings, y para más sorpresa, cuando terminó supuestamente el concierto un chico y una chica, valencianos, muy jóvenes, muy tímidos, pidieron tocar una canción y se subieron al escenario. Jorge Garay empezó a rascar la guitarra por bulerías y de pronto empezó a sonar la voz de Ana Burgos. Les juro damas y caballeros que se me pusieron los pelos de punta: una voz portentosa, con aire coplero a ron y tabaco, pura pasión, una entrega total al cante que saltó las lágrimas de algunos presentes y, sobre todo, una voz de ella misma. Así que tuve el placer de presenciar y más tarde compartir varios días con este magnífico dúo llamado Naide. Dos valencianos que hicieron las maletas y se largaron de España a buscarse la vida, tocando en terrazas, plazas de toros, cantinas y restaurantes, dos luchadores pura sangre labrándose un futuro en el gran continente.
A mí me queda poco tiempo por aquí, pero sé que pronto volveré...
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