martes, 29 de noviembre de 2011

¡Se acabó el chollo!


Empiezo a leer las noticias. Y empiezo a cabrearme. Comienza el saqueo de Roma, amigos... Antes incluso de que se haga el traspaso de poderes ya se nos adelantan algunas de las impopulares medidas económicas que se van a adoptar para afrontar la crisis. Y, ¿quién las va a pagar?¡Pues nosotros, claro que sí!

Como ya ha quedado claro el papel de los políticos en nuestro país (y en nuestro sistema) no voy a detenerme a dar nombres, ya que queda bastante claro que estamos ante la consagración del poder absoluto y unilateral del billete (y los que lo tienen). Para no irme por las ramas, una de las medidas es crear más peajes, o sea, privatizar las carreteras. Una de las razones es que hay que mantenerlas y no hay dinero y la otra “que no las paguen todos los ciudadanos y sólo los que las van a utilizar”. Claro, a este paso viajar a Albacete por la A-3 va a ser un lujo que no todos se puedan permitir.

No ha sido suficiente duplicar el precio de la gasolina, subir los impuestos del tabaco, no será suficiente cuando pongan a mil nosecuántos funcionarios de patitas en la calle (eso va a ocurrir, tiempo al tiempo). Después del festín pantagruélico, de la época dorada del euro, del derroche casi surrealista de las instituciones, de la corrupción urbanística como costumbre (¿para que vamos a gastar sólo mil millones si podemos gastar 1500?), después de la Gran
Tomadura de Pelo, el esplendor de Europa se nos va de las manos. Hay que coger al toro por los cuernos, hay que hacer pagar a toda esa gentuza por las comodidades que han tenido; qué injusticia que hayan estado utilizando las carreteras sin pagar, que se quieran fumar un cigarrito cuando les apetece, que quieran operarse de apendicitis por la cara...

Recuerdo que estuve una vez en Brasil, en Itapé Tininga, un pueblo de más de cien mil habitantes, cuyo único contacto con el resto de la civilización era una autopista de peaje. El que no tenga dinero para pagarlo no sale de ahí... ¿a que es gracioso?

Porque claro, como decía mi amigo Carlos López, toda esta clase alta de banqueros y millonarios, los dueños del planeta (que parece ser que sí son de este planeta y tienen nombres) han decidido abolir el Estado, al menos el estado del bienestar, porque no les sale rentable, y ellos no van a pagar de su bolsillo la incompetencia del ser humano medio. Utilizarán todas sus armas para llevarlo a cabo y seguirán manipulándonos como han hecho hasta ahora, haciendo creer al pueblo que se gobernaba a sí mismo (¿habrá leído el Tao esta gente?).
Estamos asistiendo a la privatización progresiva de todos los organismos públicos, al envejecimiento de una civilización que conquistó el mundo y lo puso a sus pies para que tú puedas tener la Playstation 3 o un Iphone. Esto es el fin de una era, pero nunca sabremos con certeza a dónde coño estamos yendo. Algunos dicen que después de la tormenta volverá el comunismo, ¿tú que crees?