jueves, 19 de enero de 2012

Mosca en la SOPA


Bienvenido al mundo post-moderno, al mundo de la libre expresión. La caverna eterna de la red donde el vacío insondable nos devuelve el eco de nuestros propios gritos, donde las eyaculaciones mentales de cualquier hijo de vecino pueden ser esparcidas en el espacio sideral listas para ser ignoradas. Bienvenido al reino del SPAM, al reino maravilloso del tráfico de información privilegiada, donde la Gran Máquina Tragaperras engulle también tu espíritu y te lo devuelve troceado y empaquetado en pequeños anuncios “personalizados” que se presentan en la bandeja de tu correo electrónico. Google sabe dónde vives, el color de tus zapatos, cuál es tu canción preferida y la marca de bragas que utiliza tu novia, pero no hay de qué preocuparse porque tú le has dado VOLUNTARIAMENTE esa información.

Es un mundo maravilloso, como digo, en el que todo se comparte sin pedir permiso, en el que dentro de poco hasta los chimpancés podrán exponer su docta opinión en los foros para decir que los orangutanes son gilipollas. No pierdas más el tiempo, sé un artista como todos los demás: coge tu teclado y escribe un blog, o mejor, aprende a tocar la guitarra con un tutorial de youtube: mañana por la tarde podrás ser un famoso cantautor. Todo el mundo es director de cine, todo el mundo es poeta, todo el mundo es músico, todo el mundo hace algo artístico y se lo enseña a todo el mundo, pero como decía el Señor Lobo, no empecemos a chuparnos las pollas todavía.

Los malos ya están aquí, o sea, el tío Sam y sus amigos nos van a censurar, van a prohibir nuestras pajas mentales, van a cortar el cable que nos comunica con un cuchillo de cocina ensangrentado de torturar talibanes en Guantánamo. No podremos descargarnos de gratis las canciones de Lady Gaga ni ver las series de la Fox sin aflojar un euro. Hay dos opciones, la censura total o la regulación moderada al estilo europeísta de la palabra, digamos, otro tipo de censura pero más guay.

Si os digo la verdad, me la suda la censura en este momento, por una parte pienso que hay demasiado gilipollas por ahí con la boca demasiado grande, por otra que Internet es un bien muy valioso, como una preciosa hembra con las tetas gordísimas en cuya cara ya se ha corrido todo el mundo, cuyo honor ya ha sido mancillado de todas las maneras posibles y cuya credibilidad flaquea en estos momentos de incertidumbre. Y da penica, la verdad. Pero siempre tendré la sensación de que nos la han dado con queso en todo momento, y yo por mi parte siempre me he sentido censurado, más que por el sistema, por la masa de individuos adocenados que lo componen.

Quién sabe, a lo mejor nos quitan el Internet y a la gente le da por salir a la calle a dar un paseo, ir al cine, ver un concierto y, quién sabe, a lo mejor hasta se compran un libro y se lo leen. Utópico, ¿verdad? Totalmente. Eso no va a ocurrir, nadie va a saber nunca qué cojones es lo que ocurre ni por qué (siempre existirá el debate entre la teoría “pirata” y la de la censura ideológica, o quizá no...), el caso es que de momento hay un margen de libertad de expresión tan grande aquí dentro y tantas voces pegando gritos por sus oscuras galerías, que por mucho que grites sólo te van a oír tus cuatro colegas, así que no te preocupes, colegui, que no tienes tanto que perder...

3 comentarios:

Carlos Lope dijo...

Entonces cuando empezamos a chuparnos las pollas??? Me urge.

Anónimo dijo...

Qué gusto encontrarme por casualidad (sí, la casualidad existe) un lugar para la aberración, el pesimismo y el sarcasmo.

Un poema para celebrarlo, muy adecuado para estas fechas:

TODOS USTEDES PARECEN FELICES

... y sonríen, a veces, cuando hablan.
Y se dicen, incluso,
palabras de amor. Pero
se aman
de dos en dos
para
odiar de mil
en mil. Y guardan
toneladas de asco
por cada
milímetro de dicha.
Y parecen -nada
más que parecen- felices,
y hablan
con el fin de ocultar esa amargura
inevitable, y cuántas
veces no lo consiguen, como
no puedo yo ocultarla
por más tiempo: esta
desesperante, estéril, larga,
ciega desolación por cualquier cosa
que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.

A. González

Un alma aberrada también, Bárbara.

Anónimo dijo...

Qué gusto encontrarme por casualidad (sí, la casualidad existe) un lugar para la aberración, el pesimismo y el sarcasmo.

Un poema para celebrarlo, muy adecuado para estas fechas:

TODOS USTEDES PARECEN FELICES

... y sonríen, a veces, cuando hablan.
Y se dicen, incluso,
palabras de amor. Pero
se aman
de dos en dos
para
odiar de mil
en mil. Y guardan
toneladas de asco
por cada
milímetro de dicha.
Y parecen -nada
más que parecen- felices,
y hablan
con el fin de ocultar esa amargura
inevitable, y cuántas
veces no lo consiguen, como
no puedo yo ocultarla
por más tiempo: esta
desesperante, estéril, larga,
ciega desolación por cualquier cosa
que -hacia donde no sé-, lenta, me arrastra.

A. González

Un alma aberrada también, Bárbara.